Publicación invitada de Siobhán Bubner, MenCare+ Indonesia
En todo el mundo, los hombres han quedado atrapados en sistemas patriarcales que avalan la masculinidad hegemónica y mantienen definiciones rígidas de lo que significa ser “un hombre”. Esta cultura de supremacía y dominio masculino perpetúa la desigualdad de género y el desequilibrio de poder, y se manifiesta en la perpetración generalizada de violencia de género.
En Indonesia, en particular, las actitudes conservadoras y las expectativas sociales que se mantienen desde hace mucho tiempo son en parte responsables de la persistencia de la violencia de género. Según datos de la Comisión Nacional de la Mujer de Indonesia, en 2012 se registraron 216.156 casos de violencia contra la mujer, la mayoría de ellos en forma de violencia doméstica o en las relaciones íntimas. Si tenemos en cuenta que hay muchos más casos que no se denuncian, incluso una estimación conservadora situaría la cifra real en una cantidad significativamente mayor.
Un creciente conjunto de evidencias sugiere que involucrar a los hombres en una masculinidad positiva, la reconstrucción progresiva de las normas masculinas tradicionales, es un factor clave para lograr el empoderamiento de las mujeres.
Reconociendo esto, Rutgers WPF Indonesia rompe estereotipos dañinos a través de programas de extensión educativa, promoviendo el rol de los hombres como esposos, padres y compañeros que apoyan para prevenir la violencia contra las mujeres y reafirmar la importancia del bienestar familiar.
Uno de esos programas es la campaña lanzada recientemente por Rutgers, Generasi Jagoan Tanpa Kekerasan, que se traduce aproximadamente como “Generación de hombres jóvenes sin violencia”. Los adolescentes varones de todo el mundo luchan por vivir a la altura de las expectativas sociales de masculinidad. Esta presión es particularmente prominente en Indonesia, donde se sabe que los hombres jóvenes actúan de manera agresiva en un intento por cumplir con estas expectativas. Generación Jagoan El programa educa a hombres de entre 15 y 24 años sobre los problemas de masculinidad, desigualdad de género y violencia de género, ofreciendo a las mentes jóvenes influenciables un modelo constructivo a seguir. Esto aumenta la probabilidad de producir cambios de comportamiento positivos y duraderos, creando una generación de “jagoans” sensibles al género y no violentos en el proceso.
En enero de 2015, Rutgers WPF Indonesia puso a prueba su Generación Jagoan El programa, que facilitó un grupo de discusión de cuatro personas en Yogyakarta, fue posible gracias a la colaboración con su organización asociada local, Rifka Annisa. Los participantes pertenecían a un entorno socioeconómico de clase media y tenían entre 19 y 23 años. Rutgers preguntó a los participantes sobre sus percepciones respecto de los roles de género, la violencia de género y la masculinidad en la sociedad indonesia, y luego les mostró material educativo sobre estos temas. Este material incluía un breve videoclip, dos carteles y una bolsa de recuerdo con una camiseta, un sombrero, una insignia, folletos y pegatinas.
Los resultados del programa piloto revelaron que los participantes consideraban que la violencia de género era resultado de influencias sociales y culturales y que, en la mayoría de las situaciones, no estaba justificada. Desaprobaban la agresividad y el dominio masculino en la sociedad, aunque reconocían que en su entorno había hombres que mostraban esas características con regularidad.
Los participantes compartían los valores tradicionales según los cuales las mujeres eran las principales responsables de las tareas domésticas, mientras que los hombres actuaban como la principal fuente de ingresos y cabeza de familia. Curiosamente, estaban abiertos a la idea de que las mujeres contribuyeran económicamente al hogar y los hombres ayudaran con las tareas domésticas.
Si bien esto demuestra una mentalidad progresista, la creencia de que las mujeres deben mantener el papel de ama de casa impone restricciones a su participación en la esfera pública, así como a su crecimiento personal y sus oportunidades profesionales. Crea una plataforma desigual en el hogar donde el hombre tiene la mayoría del poder y al mismo tiempo le impone la carga de proveer para la familia. Esta actitud patriarcal impide que las mujeres sean consideradas verdaderamente iguales por sus parejas, lo que las hace vulnerables al abuso y la violencia doméstica.
Fue desalentador ver que, si bien los participantes consideraban que la violencia contra las mujeres era algo malo e inmoral, aceptaban su lugar en la sociedad. Parecían enfrentar la violencia de género como si fuera una parte inevitable e inmutable de su cultura, expresando una voluntad de cambio pero con un poder y herramientas limitados para forjar una nueva realidad.
Por eso es que Generación Jagoan La campaña es necesaria. Al ayudar a los jóvenes a reevaluar los roles de género y darles valor para luchar contra la violencia de género, la campaña tiene el potencial de contribuir a dar forma a una sociedad con un mayor respeto por las mujeres y la igualdad en los ámbitos público y privado.
El resultado más positivo del debate fue que los participantes no solo se mostraron receptivos a la iniciativa de redefinir los conceptos de masculinidad y “jagoan”, sino que también la alentaron. Agradecieron la oportunidad de discutir estos temas entre sus pares, así como la oportunidad de reflexionar críticamente sobre sus propias creencias.
Los resultados alentadores del proyecto piloto demuestran que los hombres jóvenes de Indonesia están dispuestos a aceptar un cambio positivo y a sumar sus voces a la lucha por la igualdad de género. Eliminar la violencia contra la mujer ha sido durante mucho tiempo una batalla cuesta arriba, en la que antes los hombres desempeñaban un papel importante en la exacerbación del problema. Sin embargo, parece que la situación está empezando a cambiar y, con el apoyo y la orientación de programas como Generasi Jagoan, los hombres pueden ahora convertirse en parte de la solución.