Existe un importante volumen de investigaciones que demuestran que todas las formas de castigo físico aumentan el riesgo de consecuencias negativas amplias y duraderas para el desarrollo. El castigo corporal por parte de padres y maestros no enseña a los niños a respetar, sino a tener miedo, genera ira y resentimiento y produce ciclos continuos de violencia. Entre las consecuencias negativas del castigo corporal se incluyen el aumento de la agresividad, la violencia y el comportamiento antisocial (tanto a corto como a largo plazo), así como una menor calidad de la relación entre padres e hijos.
Ningún estudio ha demostrado que el castigo físico mejore la salud del desarrollo o que sea un método eficaz de disciplina. Basándose en esta evidencia, está surgiendo un consenso profesional en el sentido de que se debe apoyar a los padres para que aprendan métodos no violentos y eficaces de disciplina. Mientras que el castigo infunde miedo y humilla al niño, la disciplina positiva promueve el autocontrol, utiliza el ejemplo como motivador para el buen comportamiento y se basa en las fortalezas de los niños en lugar de sus debilidades.
En MenCare, trabajamos con padres, figuras paternas y cuidadores para promover una disciplina positiva y no violenta. También trabajamos con instituciones y legisladores para promulgar leyes que prohíban el castigo corporal como forma de disciplinar a niños y adolescentes. Al enseñar a los padres y a las madres habilidades de crianza no violenta, como educar a través del diálogo y establecer límites sin usar la violencia, y al generar conciencia sobre los impactos negativos del castigo corporal a través de la defensa y las campañas en general, podemos romper el ciclo de violencia en el hogar.
Para obtener más información, explora estos MenCare hojas informativas Desacreditando mitos comunes sobre el castigo corporal.